¿Qué somos?

domingo, 28 de octubre de 2012

Un alma subversiva

Y aquí… en mitad de nada. ¿Cómo se siente uno en mitad de nada? Ni uno mismo lo sabe. Han sido muchos desiertos y bosques atravesados, y lo circular y lo rectangular han marcado mi vida, siendo mi mente y experiencias como unos cuantos de esos garabatos de los cuadros de pintores contemporáneos. ¿Cómo encaja lo contemporáneo en una esfera cuadrada? O mejor dicho, ¿cómo puede ser cuadrado un planeta circular? La verdad es que no he tenido demasiado tiempo en la vida para la metafísica, porque siempre me he dedicado a solucionar problemas. Tanto, que no he podido construir mi casa desde los cimientos, sino que, por el contrario, me vi obligado a comprarme una vieja, llena de grietas, y desde entonces me he dedicado a tapar grietas. Pero a veces las grietas tapadas se me vuelven a abrir y dejan ver una estructura desnuda, con una cosita al fondo llamada alma, pequeñita pero intensa, que es lo único que tengo.

Ayer viví un momento un tanto inverosímil, pero que me hizo reflexionar acerca de toda mi existencia, de esa cosita pequeñita que se ve al fondo de mi vieja casa llena de grietas. Y es que nunca pensé que una frase dicha por Robert Redford sería el disparo que me atravesaría los sesos: “eres demasiado intensa”, dijo; y en seguida mi cerebro empezó a funcionar a pasos agigantados, a pesar de ser de madrugada. Y entonces me vi reflejado en esa frase odiosa o maravillosa. Todo dependía de cómo quisiese tomar dicha frase en ese justo momento. Era imprescindible, más que imprescindible reflexionar sobre esa dichosa frase…

Y en seguida vi con claridad que el personaje de Barbara Streisand en esa película -“Tal como Éramos” (The way we were)- era mi versión femenina. Tuve una revelación.
Es decir, a través de una película pude comprobar qué es lo que hay “mal” en mí, qué es lo que hace que cada vez que conozco a una persona, todo se vaya a la mierda y pierdan el interés por mí a los dos días de conocerme. Me di cuenta de que sí, soy demasiado intenso, de que no me relajo porque doy prioridad excesivamente a sucesos y cosas a las que otras personas se toman más a la ligera; también, de que no intento ser como los demás y no entro en conversaciones en las que se valora a las personas por lo que tienen o por lo que son, o a las cosas por el valor monetario que tienen.

No sé si hay algo mal en mí o no, pero si me fuerzo a cambiar eso, ¿seguiría siendo yo? Es decir, lo que me hace sentir especial es esa intensidad que pongo en las cosas que me preocupan y que me ocupan, pero si dejo de ser intenso, ya no me sentiría especial y, sin embargo, sí que me sentiría solo. Así que mi conclusión de la reflexión a partir de la dichosa frase de la citada película vendría a ser algo así: “La intensidad de mis pensamientos, sentimientos y acciones es lo que me hace sentir especial y sentir que mi alma está habitada, así que prefiero un alma habitada y no una vida habitada por personas que me roben un alma intensa o no sean capaces de verla”.

domingo, 9 de octubre de 2011

Anacronismo, heurística, dinero y otros términos del montón


Hace unos días salí de la universidad indignado, desilusionado y entristecido a la par que asustado al comprobar cómo gente que estudia como mínimo su segunda carrera tiene concepciones y argumentaciones tan pobres sobre el mundo y que van en contra de la libertad de otros, o mejor dicho, que no permiten que otros se sientan libres y se repriman cuando lo que sienten o lo que hacen es algo natural y producto de la evolución social del ser humano. Es decir, os pongo en conocimiento. Resulta que el otro día, en una asignatura llamada “Pedagogía Familiar” estuvimos discutiendo sobre el matrimonio homosexual. Yo me considero respetuoso con las opiniones de las personas, pero en el momento en que no se habla con propiedad o se insulta, ahí ya me hierve la sangre y la boca se me descose. Resulta que una chica dijo: “es que yo no podría tener dos padres o dos madres”, y su argumentación fue: “es que eso ha sido así de toda la vida de Dios”. Vamos a ver, resulta que en la sociedad “evolucionada” en la que vivimos, para muchos, Dios ya no es su vida, y si seguimos hablando, de toda la vida de Dios se ha encerrado a personas discapacitadas en habitaciones porque suponían una vergüenza y, afortunadamente hoy en día, ya no se hace eso porque hemos entendido que es una crueldad tratar así a PERSONAS. Aún así, respeté su opinión porque no insultó a nadie. Más tarde, esta chica dijo: “los homosexuales y la tortilleras”, y ahí ya sí que se me descosió la boca y tuve que imponerme, porque se trata de una cuestión de educación social, ya que si no intervenimos ante un insulto como “tortillera”, la sociedad seguimos haciendo daño a PERSONAS con este tipo de lenguaje. El caso es que todas las opiniones que escuché en contra del matrimonio homosexual eran del estilo, y lo que me entristeció y me asustó al mismo tiempo fue que estas PERSONAS se van a dedicar a tratar en un futuro o ya se están dedicando a tratar con PERSONAS que serán homosexuales, y lo último que necesitan escuchar estas PERSONAS es algo que vaya en contra de ellas, porque sí, señores, parece que vivimos en una sociedad en la que la homosexualidad está más que aceptada, pero todavía existe mucha hipocresía, y hay muchos chicos y chicas que viven en pueblos pequeños y no se sienten capaces de expresar su homosexualidad o de vivirla en paz, simplemente, por lo que se martirizan a ellos mismos y llegan a pensar en el suicidio o se llegan a suicidar porque no aguantan tal presión –me estoy basando en casos reales contados en esta asignatura por la misma profesora, que pertenece a un equipo de orientación y ha tratado con chicos y chicas en esta situación-.

En mi opinión, los medios de comunicación juegan un papel más que crucial en estos temas de opinión y de concepción de los fenómenos sociales. Aquí es donde juega un gran papel la heurística, es decir, la heurística es típica del pensamiento humano y viene a corresponderse con los esquemas mentales que nos formamos acerca del mundo, con la finalidad de agrupar toda la información que se presenta y reinterpretarla de acuerdo con aquello que conocemos del mundo. Tienen una gran adaptabilidad, pero inducen a error, ya que es, por así decirlo, una manera de generalizar y, en mi opinión, cuando se trata de PERSONAS, no se puede generalizar; un ejemplo de ello sería el día del Orgullo Gay. Para aquella gente que no está familiarizada con la homosexualidad, heurísticamente piensa que todos los homosexuales son como los que salen el día del Orgullo Gay. Evidentemente, no se puede generalizar, ya que, al igual que no todos los heterosexuales son iguales, no todos los homosexuales –hablemos con propiedad, ya que gay significa “festivo, alegre” y maricón o mariquita, que parece que el último suena mejor, pero es un insulto como una casa- son iguales.
Pues como decía, creo que los medios de comunicación tienen un papel muy importante para luchar en contra de los estereotipos y prejuicios que la heurística conlleva, papel que no sólo no aprovechan, sino que siguen favoreciendo la visión arcaica y anacrónica de la sociedad, ya que se sigue reflejando a los homosexuales como afeminados o con mucho poder adquisitivo, cuando en realidad existen muchísimos tipos. Muchas veces desconocemos a los otros tipos debido a que estos estereotipos que los medios y las élites siguen fomentando conllevan etiquetas. Y aunque suene mal, entiendo que muchos homosexuales no quieran reconocer abiertamente que lo son, ya que esta etiqueta lleva consigo que la sociedad valore a la PERSONA primero por ser homosexual y luego, si acaso, por lo que hace en la vida. Y como no sé si me explico bien, pues lo voy a explicar. Por ejemplo, un futbolista, a día de hoy, no reconocería abiertamente su homosexualidad debido primeramente a que se tendría que retirar, y después a que esa etiqueta supone una estigmatización, supone valorar su profesión en un segundo plano y que le achaquen cualquier cosa a su homosexualidad en lugar de achacarla a un mal día, una lesión o cualquier otra cosa. Pero señores, que también existen futbolistas homosexuales. Es tarea de todos erradicar esta simpleza de considerar a las PERSONAS por un rasgo añadido que no define a la persona. Así que vamos a dejarnos de tanto orgullo gay y de tanto orgullo macho, porque no somos un sexo, sino PERSONAS capaces de cambiar el mundo independientemente de a quién amemos o a quién nos llevemos a la cama.

Para terminar, me apetece decir que estoy harto de que todo sea una cuestión monetaria y de que todos hablemos, incluido yo, y ninguno hagamos nada, ya que en este tema de los estereotipos, la audiencia o la taquilla numerosas determinan que se sigan propagando estos estereotipos que tanto hacen reír a unos pero que tanto perjudican a aquellos que son diferentes a lo considerado normal. Y yo me pregunto, ¿qué es normal? Lo normal para mí es llevar una vida en la que uno es el protagonista, es decir, una vida vivida por uno mismo y no por los padres, vecinos, etc., una vida en la que se pueda hacer lo que uno quiera teniendo como referentes el respeto y la no invasión de la intimidad, intentando conseguir unos objetivos que no supongan arrebatar a otros los suyos… pero supongo que mi opinión no vale nada porque no tengo dinero.

viernes, 17 de diciembre de 2010

IN MEMORIAM: AGUSTÍN MERINO DE LA PLAZA

Al principio no sabía si colgar esta entrada o no, pero hoy es un día especial, y como las personas normales no reciben homenajes a menudo y su labor, por muy grande que sea, pasa desapercibida porque nunca llegaron a ser famosos, me apetece compartir con vosotros un esbozo de lo grande que para mí era mi padre, el cual hace doce años que ya no está entre nosotros. Le he escrito esta carta a mano porque no hay nada más personal que una carta escrita a mano, y el tipo de letra tiene la explicación que justamente doy en la entrada.
Podría decirle muchas más cosas de las que digo, pero sería una entrada interminable.
Por último, decir que no ha sido para nada fácil escribir esto, que me ha costado muchas lágrimas... pero que también era necesario hacerlo.

domingo, 21 de noviembre de 2010

DE LO IMPERSONAL A LO PERSONAL


Bueno (tono de suspiro) pues ya tengo un cuarto de siglo y muchas cosas han pasado de lo que yo llamo impersonal a lo personal. Quizá previamente convendría que diese unas pequeñas acotaciones de lo que para mí significa personal e impersonal. Pues bien, he decidido escribir sobre todo debido a la conciencia que últimamente me azota acerca de este mundo tan globalizado en el que andamos, en el que estamos perdiendo la identidad, no sabiendo de dónde venimos y, por lo tanto, dificultando la tarea de saber hacia dónde vamos, con unos planes de estudio demasiado globalizados, con maneras de sentir que no son personales, convirtiéndolo todo en decoroso en lugar de personal y útil

En fin, desde mi experiencia, lo impersonal para mí ha sido todo aquello que he observado sin ser consciente de ello, es decir, todo aquello que he visto, escuchado, pensado o hablado sin ni siquiera haberlo comprobado, guiándome por los pensamientos de otros, por sus palabras o experiencias, por sus maneras de sentir; por el contrario, lo personal ha sido aquello que he experimentado con mayor o menor fortuna, aquello que me ha moldeado y me sigue moldeando, lo que siento, pienso y no siempre digo cuando toco, escucho o hablo, ayudándome a tener una iniciativa propia, a decidir por mí mismo.

En el camino se han quedado obsoletos pensamientos, ideas, emociones y concepciones, algunos más destructivos que otros, y por ello me alegro, pero también he dejado atrás parte de esa esencia tan bonita que yo tenía. Ahora tengo otra serie de cosas que tampoco cambiaría - porque cada edad te ofrece una cosa que tenemos que aprovechar-, como la capacidad para afrontar ciertas cosas, y cierto bagaje a la hora de enfrentarme a situaciones, personas y decisiones. He perdido mucha inocencia y confianza en torno a asuntos varios, pero he ganado muchas herramientas de las cuales me estoy sirviendo y que seguro me servirán para más adelante, he aprendido a regular mis emociones, a conocerme a mí mismo, a saber cuándo es el momento y cuándo no.

En fin, podría seguir, pero he escrito esta entrada para hablar de lo personal y lo impersonal. Y es que impersonal era actuar como si el mundo me debiera algo, pero lo personal derivó a hacerme ver que el mundo gira a su antojo y soy yo el que tiene que adaptarse; asimismo lo impersonal fue construir castillos en el aire hasta hoy día, pero lo personal me demuestra que todo castillo se cae y tienes que aprender a construir tu propio castillo a partir del que estaba en el aire; impersonal era creer que todo el mundo tenía la misma ilusión que yo ante algo, pero lo personal me demuestra día a día que el compromiso es algo muy difícil y que no todo el mundo tiene el mismo nivel de compromiso; impersonal era para mí vivir de manera pasiva, pensando que las cosas se iban a solucionar sin que yo hiciese nada, pero lo personal me hizo ver que si no hago nada, las cosas no se solucionan solas; impersonal era pensar que mi padre viviría toda la vida, y sin embargo, lo personal me hizo consciente de que un cáncer de páncreas no es un resfriado; impersonal fue pensar que si entraba en la universidad sería para estudiar lo que tantos años había deseado, pero lo personal me hizo ver que la universidad es otra herramienta elitista en la que te programan para ser como ellos quieren que seas. Estaba equivocado, pero eso me hizo, a la misma vez, descubrir mi vocación de docente, siendo consciente de que debo deconstruir a partir de lo que intentan que construyas, para construir de una manera inteligente y adaptada a determinados contextos; igual de impersonal fue pensar que el teatro sólo me serviría para actuar y pasármelo bien, pero lo personal me dio en la cara sorprendentemente, ya que no conté con el hecho de que me ayudaría a aprender tantas cosas de mí mismo y que, a día de hoy, sería una de las herramientas más poderosas que poseo, ya que me ha ayudado a tener, desarrollar o mejorar muchísimos aspectos, como la creatividad, o a desarrollar distintos tipos de inteligencia que no sabía ni que existían; poner barreras a personas que tenían otros gustos diferentes a los míos fue algo impersonal. Ver que hay personas maravillosas que me hacen vibrar y revivir y, sin embargo, tienen gustos diferentes a los míos, fue lo personal; ¿y pensar en un mundo justo? Eso sí que era increíble, o sea, impersonal, el pensar que las personas somos recompensadas en concordancia con el esfuerzo que empeñamos. Aquí lo personal me dio en to los morros, ya que como dice un personaje de una obra maestra de las series televisivas, A Dos Metros Bajo Tierra: - bueno, sé que si piensas que la vida es una máquina expendedora en la que metes virtud y sacas felicidad, probablemente te llevarás una gran decepción- ; algo muy impersonal fue mi primera relación en el terreno amoroso, en la que yo tenía un concepto demasiado social del amor. Y es que nos dicen: el amor es esto, el amor es lo otro. Con el paso del tiempo comprendí que el amor es sentirte bien y hacer sentirse bien a otros, observar, escuchar, estar ahí que es agridulce, pero, ¿qué no es agridulce en esta vida? Aprendí que el amor no tiene nombre de perfume o de rosas rojas, sino que se llama Personal y que a cada persona se le manifiesta de manera diferente. Para mí el amor no está preconcebido ni prepactado, sino que el tiempo es el que te lo hace descubrir el ver, el escuchar, el tocar, el mirar es una acción-reacción.

Hay tantas cosas que han pasado a lo personal como otras que a veces caen en lo impersonal, pero es que vivimos con tanta prisa, tanto miedo y con tantas cuerdas y peso, que a veces nos convertimos en impersonales, y es por ello que necesito momentos como éste en el que estoy escribiendo para reflexionar acerca de mi persona, para no convertirme en un ser impersonal.

Hay una cosa que siempre ha sido personal en mí: demostrarle a todo el mundo que se equivoca conmigo, que no estoy sujeto a ninguna etiqueta, que soy capaz, que tengo muchas facetas. Y parece que hasta ahora lo he conseguido y eso me hace ser personal.

jueves, 15 de julio de 2010

RECUERDO DE UNA MEMORIA INCIERTA

Necesito llorar mi pasado, pegarle una patada, utilizarlo como si de una puta rastrera se tratase. 

Recientemente he sido consciente bajo confesiones directas de que mi vida ha sido manipulada (no pretendo que a nadie le importe), un puto teatro de marionetas en el que han decidido cosas por mí que a mí me tocaba elegir. Y estoy descargando toda mi rabia escribiendo en el papel como si quisiera rajarlo -entre mosquitos que me están comiendo en mitad de una noche de verano-, un papel que no ha hecho mal a nadie, un papel que, al igual que yo, no eligió ser papel, sino que quiso seguir siendo el árbol que no lo dejaron ser.

Quiero rajarme la piel en un grito desesperado, arrancarme el pelo con las manos, matar a alguien. Pero… ¿tengo derecho? NO, por supuesto que no tengo derecho, porque mi ahora no tiene la culpa de mi antes. Y mi ahora llora lágrimas de sangre cuajada, podrida por todos los años de antigüedad que atesora, y amenaza con hacerme muchísimo daño.

Mi infancia es un recuerdo borroso, más agrio que dulce, con lagunas increíbles. Me siento más frágil que nunca, me hace daño cada recuerdo.

Siento que mi vida no va a ninguna parte. Y voy vestido con un traje de nostalgia de lo que nunca me ha pasado, dando tumbos por ahí y con el maquillaje corrido de después de una actuación que a nadie le importó.

Cuando me desnudo, todo el mundo sale corriendo y me siento desarropado. Después me vuelvo a poner el traje, pero ya está roto y sucio y a través de las roturas se deja ver una piel fustigada por armas inmateriales. Es entonces cuando mi cuerpo inerte se sienta en cualquier esquina esperando a que pase un puto día más. Y no hago nada, y me siento el doble de mal por no hacerlo; a través de la ventana veo la lluvia, pero el teléfono no suena e internet ya no funciona. Tampoco hay luz, así que no puedo escuchar música para terminar de deprimirme en condiciones. La cena está servida para mis amigos, pero un día más no vienen (me lo olía) porque saben que les voy a hablar de mis problemas. Así que un día más me voy a la cama sin ducharme, con la misma mierda y la manta rota, tardando en dormirme porque pienso en nada, y esa nada es todo, y ese todo me come el estómago.

Y NADIE ME ESCUCHA. Al final mis ojos se cierran, tumbado en cualquier posición. A la luz de una farola se observa mi cama con la manta arrugada, el pie izquierdo asomando con el calcetín medio quitado y el brazo derecho detrás de la cabeza despeinada.

Un nuevo día llama a mi ventana forzando el cristal con una luz amarilla que encandila mis ojos. Curiosamente recibo una buena noticia. Estoy que me salgo. Lo publico en facebook y, al salir de la ducha tengo llamadas perdidas en el móvil y treinta y cinco notificaciones en facebook. Después de un rato mis amigos se presentan inesperadamente con una sonrisa a comerse la cena del día anterior.


lunes, 22 de marzo de 2010

UNA LITERA MARRÓN OCRE


                                                                          Fdo: Alessia Rollo

Una litera marrón ocre, una habitación con persiana rota que amenaza todo el tiempo con violar mi intimidad. Un baño con un water que se atasca continuamente y unas cuantas duchas de agua fría. Es todo lo que tengo, y sin un duro en el bolsillo… débil, débil… débil, como susurros de un viento decadente que anuncia una nueva primavera llena de alergia.
Es chungo e inquietante sentir que estás en medio de nada y que esa nada en realidad puede significar nada. Siento nostalgia de lo que no sé si algún día me sucederá, empiezo a dar pasos inseguros. Se acerca un pasado que me amenaza con rebelarse continuamente, una fase de mi vida que asoma como si de recaídas de una anorexia o alcoholemia se tratase. Vuelvo a protegerme por momentos del miedo al miedo, me preocupo en vez de ocuparme, pero es que, por otra parte, me veo sin herramientas para luchar contra ello; físicamente no estoy fuerte y me cuesta horrores acostumbrarme a mi antigua vida. Me levanto por las mañanas sintiéndome como una mierda por aquello que no soy capaz de hacer. Ahora siento como si todo lo que conseguí hubiera perdido su valor, fuera de mi dominio.
Debería ser un poco más condescendiente a veces y romper con todo. Quién sabe, a lo mejor me iría de puta madre.
Una vez más me han rechazado al mostrarme como yo soy, al no conformarme con lo que me ofrecían. Me he negado a que me dominen, a que me quieran por lo que no soy, a convertirme en algo que no forma parte de mi. Y he vuelto a esta litera color ocre, he vuelto a un caparazón. Soy una tortuga que sigue sacando la cabeza para tantear el terreno.
Esta última vez me había entregado con todo lo que yo era, con todas las consecuencias, porque me había cansado del miedo al miedo, de rechazar nuevas cosas en mi vida por el miedo a que me volviese a pasar lo mismo. Y una vez más no se han esforzado por conocer a Dani, sino que se han quedado lejos de la i, hasta diría que en la D.
Y me duele el pecho… me duele comprobar que a pesar del esfuerzo, una vez más no han sabido verme. Y me duele sentir que me hagan ver que me equivoco todo el tiempo, que soy el culpable del fruto de un ego dañado, de una frustración o de un simple malentendido.
Y me siento perdido, una vez más saliendo de algo que empecé con mucha ilusión y que ahora veo como lejano y frustrante. Siempre digo que en esta vida se aprende hasta de lo más vanidoso, pero es que estoy empezando a estar harto de aprender y de no ver nada materializado.
Sólo tengo ganas de estar en mi habitación, encerrado en mi litera-cueva, de abrir el armario y vestirme desnudo para salir a la calle y mostrar todas mis heridas. Pero no quiero que me vean, o sólo quiero que me vean aquellos que sepan curarlas; no quiero oír más lecciones de moral, por favor, ni de ética, ni que me busquen solamente como intermediario para resolver los problemas de otros.
Creo que soy una persona bastante reflexiva, y que siempre intento mirar dentro de mí y remediar mis errores, pero empiezo a pensar que tengo un grave problema, ya que todo me sale de la misma manera.
Estoy perdido en mitad de un cruce de caminos de tierra fértil en mitad de una noche oscura y fría. Pero siento los aullidos de los lobos y las ramas moviéndose recorren un miedo que me inmoviliza de pies a cabeza. Lo peor es que creo que pronto voy a empezar a echar raíces en este sitio hostil y lejano de donde yo provenía. 

lunes, 25 de enero de 2010

COHERENCIAS INCONEXAS


Me encanta ver amanecer mientras viajo; no me gusta que me hablen muy de cerca, sobre todo si les huele el aliento; estoy enamorado de la gente que me sonríe a las siete de la mañana; no me gusta admitir que se me ha acabado el suspense en una relación; me encanta oír gritos de alegría; no mola nada despertarse después de un sueño que es la polla; me da rabia encontrarme con funcionarios que amargan el día a una persona; me encanta dormir tapándome con la manta más arriba de las orejas; me desilusiona el hecho de que muchas de las personas con las que me encuentro se preocupen más por lo “hippie” que voy ese día o el corte radical de pelo que llevo, que por cómo estoy en realidad; me encanta dejar lo mejor para el final siempre que como algo; siento desinterés por aquellos que nunca dejan hablar a los demás; me encanta cantar a mi puta bola por la calle; no soporto las tesis de la vida cotidiana, quiero decir, esas que se hacen en un segundo diciendo: <<tú eres “tal”, tú eres “cual”>>, cuando en realidad muchas veces sólo te conocen de dos palabras o dos gestos con la cabeza; me gusta derramar la cera de las velas y después ver cómo se consolida; no me gusta oír hablar de “lo bien que tratamos los españoles a los extranjeros” y después, darse cuenta uno mismo cuando está viviendo en el extranjero que “los españoles” no tienen respeto alguno por la gente autóctona; me gusta olerme las manos después de haber limpiado con lejía, ya que me acuerdo de mi madre cuando era pequeño; no me gusta ver las noticias cuando tengo un mal día; me encanta ver escenas de películas e impregnarme por un solo momento de la energía mágica que conllevan; no lo paso bien cuando digo verdades a medias; me encanta que me susurren al oído; no me gusta justificarme todo el tiempo por lo que soy o dejo de ser; disfruto haciendo reír a mis sobrinos; no me gusta relacionarme siempre con el mismo tipo de gente; me hace volar el escuchar distintos puntos de vista acerca de un mismo tema; no me gusta volver a casa después de un día que es la ostia; me encanta darme cuenta de que nunca dejo de renovarme; me pone nervioso que la gente empiece a hablar y no conduzca el tema hacia alguna parte cuando se trata de un tema de interés a resolver; me encanta la tensión sexual medio resuelta; no me gusta que me digan lo que tengo que hacer con mi vida; me gusta tirarme ligeramente de los pelos de las cejas cuando estoy estudiando y ver cómo caen los pelillos en el papel; no me gusta la gente “cool”; me encanta ir sólo a la estación de tren y quedarme allí, escuchando el ruido a mi alrededor, mirando la vía solitaria del tren; una parte de mi muere poco a poco cuando pienso en “eso”; me encanta escuchar a Nina Simone en la oscuridad; me repatea ir a clase y comprobar que el profesor no ha venido y que ni siquiera ha tenido la delicadeza de avisar; me encanta recordar momentos; no me gustan los chistes mal contados; me parto el ojete cuando alguien está contando un chiste y en mitad del chiste para en seco porque no se acuerda; odio hacer cosas “porque sí”; me encanta estar con mis cuatro hermanos y mi madre; me da rabia recordar el 26 de diciembre de 1997 y escuchar a mi padre decir: “comed de esta tarta, porque el año que viene no la probáis”. Efectivamente, no hubo tarta el 26 de diciembre del 98; me encanta la gente directa; no me gusta levantarme a las 1 del mediodía; me encanta inventarme canciones con Manoli; me ha dado una pena terrible ver a tíos con los que me he liado acudir al sitio donde trabajaba con su mujer y sus hijos; me encantan las situaciones improvisadas; no me gusta que ciertas personas sólo cuenten conmigo cuando tienen problemas; me encanta el “purrummmmmm” en las canciones de Raffaella Carrà; no me gusta la gente que hace comentarios “realistas”, ya que, lo que en realidad les pasa es que tienen envidia de aquello a lo que no se atreven; me encanta imaginar a la gente cagando y echar la carcajada; no me gusta cuando todo sucede a cámara lenta en mi vida y después, en dos segundos, todo sucede tan deprisa que se me escapa de las manos; me gusta saber que sigo ahí a pesar de todo; …

domingo, 13 de diciembre de 2009

CONTRASTES SIN LÍMITE DE VELOCIDAD


                                                                      Fdo: Marina Núñez


1, 2, 3, 4, 5, 6, 7… ¡no puedo contar hasta diez! ¡Me cago en la puta!
Ahora más que nunca recuerdo el viento de cuando vivía en Castilla la Mancha, un viento que respira soledad. Se puede oler e incluso tocar y a veces hasta te vuelve loco.

¿Quién eres tú? ¿Por qué te atreves a faltarme el respeto? ¿Acaso te he dado permiso flor muerta, abeja que intenta robarme la miel que primero me ha producido?

Es la época de los contrastes. ¡Abre la ventana niña, que me dé el aire! No me soples porque ese aire no me vale, es insuficiente.

Estoy respirando un aire nuevo… lleno de felicidad pero agarrado al mástil para que el viento no arranque mis raíces… asumiendo las consecuencias de aquello que he elegido… estados de ánimo…contrastes pagados con tarjeta de crédito. ¡Espera! Me he quedado sin crédito en la tarjeta… ¿Qué dices? ¿Qué te vas?... Ya entiendo… ya no tengo nada que te interese porque te he dicho la verdad; me importas, ¡pero vete a tomar por culo! Ya no me vales. Ahora me río de ti, de lo que no pudiste soportar. Verdades que tocan tu ego con la yema de los dedos y le hacen daño. Es demasiado débil… ¿Discutimos? ¿Razonamos?... ¿Por qué no?... ¿Por qué lloras?

Siempre que digo la verdad, lloran los girasoles que buscan el sol… ¡Ay viento de la Mancha! Mi piel ya no te puede soportar más. Déjame un minuto sólo de descanso, pero antes llévate todo lo innecesario.

Época de contrastes… no es una buena época para aquellos que están en el punto de mira; me estoy formateando, eliminando archivos que dañan mi sistema, y no me duele.

Déjame que te pregunte por qué… ¿por qué me dices que haga esto y después cuando lo voy a hacer me dices que ahora no? Ya sé, prefieres a ese amigo que conociste hace un mes antes que a mí… No sé, creía que yo te importaba. Bueno… un archivo menos. ¡Eliminado!

Permíteme que te ponga en duda como archivo peligroso a ti, archivo que me ha dejado tirado muchas veces, teniendo que reiniciar mi sistema; después siempre me he rebajado a ti, ya que eres un archivo indispensable en mi vida. ¿Lo eres?... Bueno, te pongo en duda y luego veo si te elimino.

¿Por qué por mí no puedes coger un avión ida y vuelta? Ya sé, no soy tan guay como tus otros amigos. A lo mejor te elimino.

Llevo dos meses y medio en una tierra desconocida, sacando lo positivo de lo negativo, siendo cada vez más coherente conmigo mismo y, por lo tanto, cada vez más feliz. Alejarme de la tierra en la que he vivido 24 años me ha dado el margen para darme cuenta de que tenía que hacer un formateo a mi sistema. El problema es que cuando mi sistema se termine de formatear, no habrá ningún informático que introduzca nuevos programas.

¿Quieres ser mi informático?... ¿Qué?... ¡Ah, no importa!... Ya sé que no acabaste la carrera, pero tampoco me interesan tipos perfectos… entre lo que tú sabes y lo que yo sabía podemos hacer un apaño… no tengo prisa linda… me siento un poco sólo, precioso.

¿Nos reímos juntos? Instálame el programa Windows risa player primero porque necesito reír de forma diferente al programa que tenía antes.

Viento mío… nunca dejes de soplar a esta alma que se cae por momentos.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

ABBRACCIAMI. NON TI COSTA NIENTE

En la imagen: Yo, dando un abrazo a una señora que pasaba por ahí; disfrutad de la música mientras leéis.

Abrazos gratuitos, abbracci gratuiti, free hugs…

21 de noviembre de 2009, un día en el que volví a regalar parte de mí.

Bienvenidos a Altamura (Bari), la ciudad del pan, sede también de “4: miss you rope”, proyecto europeo por la interculturalidad y la inmigración. Egita (Letonia), Vasi (Rumanía) y Daniel, o sea, yo (España), y la demás gente de la asociación LINK nos trasladamos a Matera (Potenza) para realizar la siguiente actividad: dar abrazos gratuitos a la gente en la calle.

Recuerdo haber cogido, nervioso al principio, uno de los carteles que yo había hecho por mi mismo. Recuerdo haber pensado al inicio: “Dani, te pueden pegar una paliza, insultarte, escupirte, etc., por esto que vas a hacer”; pero estos pensamientos no llegaron ni al medio minuto, porque justo después pensé: “esto es algo en lo que creo, así que lo voy a hacer y no me importan las consecuencias”.

Bueno, algo que me dejó asombrado fue que hubo que pedir un permiso al ayuntamiento para poder dar abrazos gratis. Es algo tan ridículo…

Pero allí estábamos, en mitad de aquella plaza de Matera (un pueblo precioso) dispuestos a dar todo el cariño que llevábamos dentro, y sin pedir nada material a cambio sino un solo abrazo de vuelta.

10:30 de la mañana de un sábado con poca gente en la calle. Pero cualquier hora es buena para dar un abrazo. Allí estaba yo, con un corazón abierto en dos, un corazón que se extendía hasta la punta de mis dos dedos corazón. Todo en mí era de color rojo, todo en mí era una puerta para todo aquel que quisiese entrar de manera voluntaria.

¡Y llegaron los abrazos! Abrazos con color, sin él, abrazos tímidos, abrazos rotos, abrazos de restauración, abrazos de madre, abrazos de abuelo enigmático, desabrazos, abrazos comprometidos acompañados de la palabra “bello” y una sonrisa, abrazos con la espalda, abrazos experimentales…

Fue todo tan reconfortante a pesar de la gente que nos rechazó con comentarios como: “Non sono gay” (no soy gay), “l’influenza…” (la gripe), “solo abbraccio le donne” (sólo abrazo a mujeres); “non ho soldi” (no tengo dinero), “sto sposata” (estoy casada), etc.

Es entonces cuando te das cuenta de la cantidad de gente que tiene miedo a sentir; de los que no saben sentir porque la vida no los ha enseñado; de aquellos que no conocen el amor porque los han educado mayormente para competir y para ganar; ves a gente que tiene un puzle en la mano llamado amor pero no sabe cómo armarlo, otra en cambio te pide que la ayudes a armarlo; otras personas que tienen el mismo puzzle pero no tienen paciencia para armarlo; e incluso otra que se empeña en encajar las piezas equivocadas; a otros, sin embargo, les notas una actitud tan crecida que te dan la sensación de que ellos mismos creen que están tan llenos que no necesitan el abrazo de una persona que está en la calle con un cartón pintado; etc.

Me quedo con abrazos como el de la señora mayor que se iba a comer el mundo según venía hacia mí y hasta me besó cuando sólo le había pedido un abrazo; el del niño que iba con sus papis; el del abuelo que me abrazó de una manera muy graciosa, en plan: “venga hijo mío, yo te doy un abrazo”; pero entre tanto abrazo, llegó mi favorito, con el cual hice el amor. Fue el abrazo de un hombre de unos veintitantos.

EL ABRAZO:

Al fondo vi unos ojos más grandes que toda la plaza de Matera, pero no eran grandes por bonitos ni por tamaño, sino porque tenían algo que decir, buscaban amor a toda costa. Según me acercaba, iba siendo consciente de un cuerpo congelado, el suyo, movido por la inercia de la cotidianeidad y de una esperanza remota acerca de algo.

Efectivamente, eran unos ojos preciosos que lideraban un cuerpo que parecía manifestar carencias. De acuerdo, voy al grano, y quizá me equivoco, pero este chico tenía toda la apariencia de alguien que vive para la droga, y no hablo de drogadicto ni de yonki porque esas palabras me quedan grandes, pero creo que me habéis entendido.

Me acerqué a él y le dije mirándolo a esos ojos que no puedo olvidar ni quiero: “mi dai un abbraccio?, È gratis”. De repente se quedó desconcertado, pero al instante una sonrisa tímida se plasmó en su cara y sus brazos se abrieron para recibir mi cuerpo y darme el mejor abrazo que me podían haber dado, el más sincero. Fue un abrazo lleno de miles de colores, sin miedo a la cercanía, un abrazo que lo entregaba todo, sin prejuicios ni juicios, rebosante de amor. Sentí su cuerpo contra el mío, y a diferencia del resto de abrazos que sólo conectaban de cabeza a pecho, el suyo conectaba de cabeza a pies, y me decía, me pedía que no me apartara, me pedía ayuda sin palabras, me decía que lo amase sin preocuparme hasta donde.

Justo después de que nuestros cuerpos se separaran, me dijo: “Mi dispiace, non ho soldi” (Perdona, no tengo dinero), y me llenó tantísimo este comentario que hasta creí comprender su esencia y sentí que ese cuerpo había sido abrazado muy pocas veces, y que mi abrazo le había parecido demasiado bonito como para ser verdad. Después me dijo: “Grazie”, y se fue como extrañado y maravillado a la misma vez.

Fue increíble sentir cómo un abrazo no entiende de sexo, raza, edad, origen o ideología, sino que todos necesitamos amor pero, sin embargo, nos empeñamos en poner barreras entre nosotros.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

TU VOCABULARIO DEJA MUCHO QUE DESEAR

Yo soy, tú eres, él es, nosotros somos, vosotros sois, ellos son.


Yo soy una persona capaz de muchas cosas e incapaz de otras muchas. Soy el que quiere bailar este tango solo, el que ve lo que hay dentro de él y cree que proyecta una imagen, pero…

Tù eres la que me convierte en un estereotipo, la que espera que, por el simple hecho de que me gusten los hombres, ya tengo que ser gracioso, tú tienes que cogerme del brazo y yo tengo que acabar diciendo cosas como: ¡Uuuuuuuuuuuuu Mariiiiiiii!, ¡cómeme el coño!; en fin, tengo que acabar siendo tu puto mono de feria.

Ella/él es quien espera que no sea otra cosa que esto; pero ello es lo que no soy. No soy un mono de feria ni tampoco una Mari por el simple hecho de que por una serie de reacciones químicas o biológicas, mi yo sexual o afectivo se sienta atraido más bien hacia la figura masculina que hacia la femenina.

Nosotros somos los que estamos convencidos de que si eres un hombre heterosexual no puedes echar un polvo con otro hombre sin dejar de ser heterosexual, sin pensar que simplemente te apetecia experimentar qué se siente al tocar la mano de un hombre lejos de la intención de apretarla, qué se siente al tener su polla en tu mano, apretar su culo con tu mano, tocarle la cintura, sentir tus labios tímidos por un ridículo sentimiento de culpabilidad chocándose contra los suyos.

Dime tú, hombre cualquiera, qué sientes cuando apoyas tu mano experimentalmente en el pecho del otro mirándolo a los ojos, qué sientes en medio de ese silencio entrecortado por sonidos conducidos por la torpeza de tus movimientos en la oscuridad de la noche; ¿sientes el calor en tus orejas?, ¿te tiemblan las piernas? Pero lo que más me interesa: ¿disfrutas o te conviertes en un actor muy secondario de tu propia vida?

Y dime, mujer, ¿qué piensas de mi, aquel que te tocó aquella noche de manera salvaje, que te deseó, que amó cada parte de tu cuerpo por la belleza de su imperfección? ¿Qué sentiste? ¿Te gustó? ¿Me deseaste o no lo hisicte por el simple hecho de que piensas que soy gay? Yo te deseé, y recuerdo aquella noche aún.

Quizá no soy gay sino que esta palabra que etimológicamente significa “festivo, alegre”, sea léxicamente hablando el fruto de la simpleza de vuestros juicios.

¡Vosotros! Sí, vosotros, ¿acaso me conocéis?; al contrario de lo que dice José Hierro en uno de sus poemas, ¿oléis mis palabras con aroma? ¿Os creéis en posición de encasillarme?

Vosotros sois los que esperais a morir en la oscuridad y aprendéis a vivir sólo en los días de sol. No os gustan los días nublados y de lluvia porque escapan a vuestra percepción y entonces no salís a la calle y os ponéis tristes.

Pero, ¿qué hay de ti, mujer lesbiana? No te puedo ver porque eres invisible. O, ¿es que en realidad estás tan preocupada porque te han educado para pertenecer a un hombre que ni siquiera te das cuenta de que existes?

Dime, mujer a la que le gustan las mujeres, ¿qué sientes cuando tu marido le mira el culo a la rubia de tacones rojos? ¿Por casualidad la miras? ¿Te gustaría poder abrazarla en la oscuridad? ¿Querrías, por un casual que, cuando estés haciendo la comida, llegase esa misma mujer, te arrancase el delantal y la ropa y se llevase tu pezón duro a la boca? Se estremece cada parte de tu cuerpo, ¿verdad?

Cuéntame qué te ocurre, mujer florero. No te pongas triste si te digo que la palabra que te define como aparato reproductor andante etimológicamente significa “lo que va con el hombre” (WO- MAN: what goes with the man).

Por favor, dime qué sientes. O, ¿es que tú también te vas a convertir en la actriz secundaria de tu vida? No me hagas esto, por favor. Quiérete un poco más y averigua que no estás hecha para ser un complemento como si de un bolso se tratase.

Mujer lesbiana, ¿de la isla de Lesbos? No, nunca has estado allí. ¿Qué sientes tú, la misma que con un lenguaje subconsciente se ve obligada a maquillarse desde los cuatro años para agradar a un hombre? ¿Qué sientes al tocar a un hombre?

Ellos son los que nos dicen cómo tenemos que hacer las cosas de acuerdo con unas reglas universales. Tú y yo podemos transgredirlas, hazme caso.

Soy un hombre al que le gustan los hombres, soy un hombre que probó el sexo contrario con resultados satisfactorios... ¡Un momento! Estoy confuso. ¿Estoy confuso? ¿Sí? ¿Lo creéis? Entonces lo estoy.

Perdonadme, por favor. Es que, por un momento, os he quitado protagonismo en la vida esta mía en la que soy secundario.

¿Soy gay? ¿Soy bisexual? ¿Estoy confuso? ¡Ay! No sé, dejadme por favor, que me estáis agobiando. Pero, supongo que tengo que ser algo, ¿no es lo que creéis?

¿Soy todo y nada? ¿Soy una parte? ¿Soy nada?; ¿qué me decís si os digo que soy una persona simplemente? ¿Y si decido ser todo y nada?...

miércoles, 4 de noviembre de 2009

VOLVIENDO A VOLVER. EROGAZIONE...




                                                           Fdo: Ana Álvarez Errecalde
El silencio lleno de ruido, las situaciones incómodas, las prisas, la prisa por sentir, las conversaciones vacías, las palabras que se escapan como gases incontenidos y se quedan en gases incontenidos dejando un olor horrible en el otro… puffffffffffff… y a la vez… haaaaaaaaaaaa.
He decidido no gastar energía en este tipo de cosas, aunque, por otro lado, ello no significa que me rinda ante aquello en lo que uniforme o transitoriamente creo; sé que, por lo menos de momento no puedo cambiar el mundo porque no tengo poder ni dinero, ni tampoco la fórmula mágica para hacerlo. Sólo tengo un alma, esa de la que tanto hablo, un alma que, sabiendo no saber cómo cambiar el mundo, intenta que el mundo no cambie su esencia.
El otro día me dijeron: “Dani, estás lleno de color aunque te empeñes en sacar el blanco y el negro.”
El caso no es que me empeñe en sacar el blanco y negro, sino que para saber graduar los demás colores, también hay que conocer el blanco y el negro.
Siempre que sueño con que vuelo, después me levanto con una sensación de frustración.
Me he dado cuenta que, más o menos desde los veinte años a esta parte cada año he evolucionado considerablemente, que las guerras en parte han derribado parte de mi ciudad interior, pero otras partes muy bellas se han alzado; en este último año me he dado cuenta de que soy como el ave Phoenix, porque estoy reconstruyendo mi historia a partir de mis cenizas. Es extraño y a la vez increíble que dentro de mí siento la calma.
Hasta hace unos meses pensaba que mi amor se quedó en un aeropuerto de Londres, que mis ganas de seguir formándome se perdieron en alguna clase aburrida de Filología Inglesa, que mis crisis de identidad se transformaron en el estado de crisis, que casi cedo a los más puros deseos de aquellos que deseaban que me atascase –sí, desgraciadamente vivimos en una sociedad en la que nos encantar ver caer mitos y reír por dentro a la misma vez que lamentamos cuando esto sucede, e incluso a veces provocamos estas caídas. Y todo para convencernos a nosotros mismos de que no somos tan mediocres; sí, la misma sociedad que roba ideas de otros para plasmarlas como suyas y, a la misma vez, las suyas, copiadas de las otras, son robadas y todo acaba convirtiéndose en una copia de una copia de una copia, carentes todas de autenticidad alguna y en muchos casos llenas de ignorancia, de falta de creatividad y criterio, e incluso de mala leche en muchos casos.
Me siento en paz conmigo mismo y soy feliz. Y lo más increíble es que me he dado cuanta aquí, en Italia, el sitio donde he pasado hambre, frío, donde no he encontrado mi sitio. Y precisamente lo que sentía era que quería irme de aquí, pero aún así era feliz. Sentía paz dentro de mí, tenía tiempo para pensar en mí, en mis paranoias.
He calmado muchos miedos dentro de mí en este último año y lo mejor es que no los he eliminado, sino que los he transformado, he transformado la energía. Es difícil, si cabe imposible, eliminar algo de tu vida de un plumazo, pero con un esfuerzo mental unas veces más grande que otras, podemos conseguir transformar las experiencias.
En este punto de mi vida, el dolor que me han causado no es lo que más me preocupa. He conseguido invertirlo, me ha servido como base para resolver otro tipo de problemas o para ayudar a otras personas en un momento dado.
A todos nos han hecho daño en mayor o menor medida, y muchos nos convertimos en tortugas, con caparazones y andando a paso muy lento. Yo me he creado un caparazón que no es un caparazón cualquiera. Antes usaba este caparazón para protegerme de todo, con la desventaja de que sólo me protegía del miedo al miedo, de no volver a tropezar dos veces con lo mismo. Ahora, en cambio, uso este caparazón como base de lo que ya conozco. Es un caparazón que está ahí y que activaré cuando sea necesario exclusivamente.
Ahora soy feliz porque he aprendido que el dolor va a existir toda la vida, pero si sólo nos protegemos de él, no vivimos nada, sólo experiencias no escenificadas de una vida dominada por el miedo a sentir más allá.
Siento mi pecho enorme, respiro mejor, estoy más vivo que nunca. Estoy reaprendiendo a vivir de nuevo, reconstruyendo muy poco a poco mis cenizas cogiendo retales de acá y de allá; estoy empezando a amarme a mí mismo, me dejo amar, sintiendo cada mirada y cada abrazo, sin miedo a que me duela.
Y lo mejor es que no me importa cuantas veces me derriben porque siempre me reconstruiré. Ahora sé cómo hacerlo.
Se podría decir que en este punto de mi vida estoy rompiendo muy poco a poco con esas cosas que hacía y que no iban conmigo, las que hacía por agradar.
Tengo claro que nunca quiero dejar de ser maestro o actor, porque ambas cosas las seguiré haciendo de una manera u otra aunque después me dedique, por ejemplo, a la hostelería. De lo que hablo es de que todos deberíamos seguir haciendo de alguna manera, por muy pequeña que sea, aquello por lo que sentimos pasión y amor, porque esa es una manera de tantas de cambiar el mundo.
Siempre he pensado que la felicidad no existía, que sólo existían los momentos de felicidad. Ahora pienso y siento que soy feliz porque me he encontrado conmigo mismo y, por lo tanto, cada vez soy más coherente, muy poco a poco, pero lo estoy consiguiendo.
Sé que nunca dejaré de amar y, algo muy importante, que nunca dejaré de volver a volver.

miércoles, 28 de octubre de 2009

EL CINE Y YO

¿Cómo explicar algo tan diverso, tan heterogéneo, tan desigual en el tiempo, tan… muchas cosas más?


Cuando era niño me encantaba ver y oír la lluvia caer escuchando de fondo esas películas en blanco y negro. Además, me encantaba hacerlo escuchándolas muy de fondo, disfrutando del sonido a la misma vez que cualquier movimiento de mi cuerpo producía en la ropa. Me reconfortaba saber que mi madre andaba por la casa atareada o trabajando tan bien como lo ha hecho siempre en nuestro negocio, o quizá sentada viendo la tele con mi padre; mi padre, que me hacía que todos los días, cuando regresaba del trabajo, le desabrochara los cordones y le quitara las botas –yo renegaba, pero al final acababa haciéndolo porque en el fondo me gustaba-, estaría echado en el sofá viendo esas películas en blanco y negro que yo escucharía en la lejanía; me flipaba por aquel entonces viendo una vez tras otra LA HISTORIA INTERMINABLE, EL MAGO DE OZ o LOS GOONIES.

Ahora mismo me siento al describir esto como cuando pasas por una panadería y, sin tener hambre, te dan ganas de comer por el simple olor que desprende ese lugar –esto es un guiño a mi último director de teatro, Antonio Alfonso. Tuvimos que trabajar en la obra que estrenamos el mes pasado este ejercicio, un ejercicio que me ha ayudado a poder expresar esto ahora, porque me he sentido así sin quererlo-. ¡Ay!, ¿qué sería de mi vida sin olores?

Siempre que echo una mirada atrás, que hago una valoración, ya sea breve o extensa de mi vida, me es imposible no discernirla en dos. Es decir, a los trece años se produce la muerte de mi padre por culpa de un señor llamado Cáncer que tengo oído que es muy odiado por la gente. Un hecho que cambió mi manera de ver la vida, me obligó a vivir una vida que no elegí, llena o vacía de otras cosas que acabaron encaminándome o desencaminándome, como creo que algunos piensan.

Mis circunstancias cambiaron y, por lo tanto, se produjo un cambio en mi tipo de cine, un tipo de cine que no escapó aún así a esa etapa de adolescente con hormonas bailando y neuronas temerarias. Por así decirlo, la época del pavo, de las pajillas, de la experimentación, de los granos asesinos, de la regla que le viene a esa chavala por primera vez en mitad de la clase de matemáticas, etc. Fue una época repleta de películas como SCREAM, SÉ LO QUE HICÍSTEIS EL ÚLTIMO VERANO, y las típicas películas “americanas” –que, por cierto, me hace mucha gracia y a la misma vez me da impotencia en mi lucha absurda contra el mundo, escuchar el término americana/o para referirnos a todo aquello que proviene de EE.UU., como si el resto del continente no existiese, cuando precisamente, estaba allí mucho antes de que se constituyeran los EE.UU.- , carentes de arte y buen gusto alguno, en mi opinión.

Recuerdo ese verano sudado en el que me dispuse a ver LOS PUENTES DE MADISON. Recuerdo haber pensado: ¡Madre mía! Esto tiene que ser un tostón. Bueno, pues me dispuse a verla porque no tenía otra cosa mejor que hacer. Al principio, sólo podía concentrarme en mi piel pegándose en aquel sofá de sky, pero, de repente, me vi sumergido en los campos de la película, en la historia de esa ama de casa y ese fotógrafo, en el dilema de ella, un dilema que se agrava y te tiene en ascuas con la escena del coche.

Nunca olvidaré la primera vez que vi KILL BILL, o MOULIN ROUGE sentado en esas sillas del cine de verano de mi pueblo en las que te pica el culo. Recuerdo ahora mismo con una carcajada cuando en ese mismo cine vi LA VIDA ES BELLA, con la consecuente barraquera que me pegué de camino a casa.

En el recuerdo quedarán Fuyu, el hombre hojalata, King Kong, la máscara del asesino de HALLOWEEN.

En mi atemporal memoria quedarán momentos como el de Björk en BAILANDO EN LA OSCURIDAD, ese momento en el que deja de cantar bruscamente; el disparo de CRASH en el césped de esa casa; Josephine y Geraldine en CON FALDAS Y A LO LOCO; Carmen Maura en general, como cuando golpea a su marido con la pata de jamón en ¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO?; el momento en que Ed Harris expone su más argumentado discurso en LAS HORAS, deja de hablar y todo en él se vuelve inerte hacia otro estado; el momento en que a Sean Penn lo separan de su hija en YO SOY SAM; Charlize Theron en MONSTER; las conversaciones de Candela Peña con Micaela Nerváez en PRINCESAS, sus miradas, sus gestos; el momento de “hago palanca con la punta del pijo” en AMANECE, QUE NO ES POCO; el cine español en general; Victoria Abril en NADIE HABLARÁ DE NOSOTRAS CUANDO HAYAMOS MUERTO; el momento de Sara Polley pisando el césped mojado, bajo la lluvia en MI VIDA SIN MI; Javier Cámara en LA MALA EDUCACIÓN; Cate Blanchet en ELIZABETH (las dos partes); Marlon Brando en EL PADRINO; Stephen Dillane en LAS HORAS; todos los actores de LAS HORAS; la escena de la furgoneta con el abuelo diciéndole al nieto que se folle a toda la que pille en PEQUEÑA MISS SUNSHINE; el momento de “clavada de agujorro en el pecho” a Uma Thurman en PULP FICTION; Audrey Tatou en AMÉLIE; Miranda Richardson en SPIDER; Rachel Weisz en EL JARDINERO FIEL; Leonardo Di Caprio en VIDAS AL LÍMITE; Anthony Hopkins en EL SILENCIO DE LOS CORDEROS; Hilary Swank, Clint Eastwood y Morgan Freeman en MILLION DOLLAR BABY; Johny Depp en EDUARDO MANOSTIJERAS; Meryl Strreep en general; Jack Nicholson en general; Kevin Spacey en general; todos los actores de todas las pelis que me han gustado y que no sé sus nombres; el cine asiático que he visto y que no me acuerdo de sus títulos porque lo veía en ciclos de cineclub universitario; en fin, podría seguir mucho rato, pero no es cuestión de aburriros.

No creo que haga falta que diga lo que siento por el mundo mágico de la actuación. Se me hincha el pecho, respiro hasta mejor, me fijo en cada detalle, en cada golpe de música, en cada carcajada, en cada llanto, en cada momento tenso, en la tensión sexual de un escena, en los personajes desilusionados, en aquellos que encuentran su sitio, en los que no lo encuentran nunca pero tampoco les importa no encontrarlo, en los ilusionados, en la iluminación, los planos, los encuadres, los fallos de raccord, los lugares...
                                                         

                                                                                                        

miércoles, 21 de octubre de 2009

DESAPRENDIZAJE SOCIAL (LIBRE CONFIGURACIÓN)

       
                                                                                           Fdo: Alessia Rollo. "In-Domestico"                  

A veces las flores me huelen a olvido, el vino a rancio y la cerveza me la bebo solo. A veces se me cae una lágrima y realmente no sé por qué, y el no saber por qué en ocasiones me llena de impotencia, en otras me desconcierta. En otras comprendo que no importa el por qué. Pero lo que realmente me preocupa es cuando el por qué me deja un atisbo de esperanza .


Por otra parte no quiero que muera ese atisbo de esperanza, porque si muere, eso significa que ya lo sé todo, que he descubierto el sentdo absoluto de la vida, y, aparte de que eso no va a pasar, tampoco quiero que pase, porque en ese caso, no tendría más nada que aprender y todo un agujero negro bajo mis pies. Me horroriza la idea.

Estoy intentando expresar esas cosas que hacen que mueras un poco más por dentro –y esto va por ti, Manoli-. ¿Te acuerdas del día que me contaste que los gorros de la Guardia Real inglesa estaban hechos con la piel de un oso canadiense? Enseguida mi cuerpo pegó un bajón, pero mis ojos no podían expulsar ninguna lágrima. Al instante te expresé el sentimiento consecuente que se quedó grabado en tu especial y particular cerebro, y te dije:

-Tía, es que esto que me cuentas es del tipo de cosas que hacen que mueras un poco más por dentro -¿te acuerdas?-

Es horrible llorar sin lágrimas, sentirse sin defensas. Es triste que cuando conozcas a gente, te vean como alguien especial o se entusiasmen contigo y, por consiguiente, con el tiempo te hagan creer que vales algo en sus vidas, que les aportas algo. Acabas dejándote amar, alquilando y regalando un trozito cada vez más grande de tu alma. Después, según el trozito se va haciendo trozo, se produce un alto en el camino y el otro decide que ya no eres más en su vida.

Si por un momento sois empáticos y olvidáis vuestra realidad –aunque puede que la vuestra, por un casual, se parezca a la mía-, la vida es un puto teatro; hay gente que se pasa toda su vida manteniendo un rol y les va bien. Consiguen que los amen, que les roguen, que estén ahí simplemente por ellos. Pero para mí es eso, un rol.

Existe gente auténtica y consiguen que los amen simplemente por ser ellos, por hacer su alma visible; y luego están los que interpretan un puto rol, convirtiendo su vida en una obra de teatro donde existe la acción-reacción, donde un personaje lidera el conflicto de la escena. Hay focos y fundidos en negros, e incluso apariciones estelares. Existe un inicio, un nudo y un desenlace. Ocurre también que a veces gusta a la gente y a veces no. A veces esta obra de teatro resulta ser la comedia más desternillante, otras la tragedia màs sobrecogedora; mientras alguna vez pasa desapercibida, otras gusta pero con el tiempo se olvida.

Y yo me pregunto, ¿Qué es lo que pasa con la gente que no es auténtica y con la que no mantiene un rol?

Se puede decir que soy el tipo de persona que al principio cae bien, incluso a veces soy como esa canción que reproduces cinco veces seguidas porque no puedes dejar de escuchar. Pasa que a la sexta y a la séptima sigue gustando pero ya con menos entusiasmo.

Sé que es triste compararse con una canción, pero es que lo siento así. Soy la canción que a la vigésima vez la gente se aburre de escuchar, a la trigésima entra en el proceso de empezar a olvidar. En muy pocas ocasiones me ocurre que gusto a la de treinta, a la de cuarenta y a la de trescientas reproducciones, y otras me convierto en un ‘hit’ en la vida de alguien. Para otras personas, en cambio, soy un ’hit’ que sólo escuchan cuando se vuelve a poner de moda.

Pero me jode muchísimo que en algunas ocasiones cuando me convierto en un ‘hit’ en la vida de alguien, al cd en el que me reproduzco le salen unos misteriosos brazos y rompe el reproductor, o la canción se raya.

¿Cómo hacer para mantenerse en la vida de alguien sin interpretar un rol? ¿Cómo llegar a no ser un recuerdo olvidado en la mente de alguien? ¿Cómo mantener un juego, una acción reacción en una relación- que, al fin y al cabo pienso que es el aliciente principal de una relación, o por lo menos, un pilar importante--, mostrando tu alma tal cual sin dejar de interesarle al otro, sin mantener un rol ficticio, el cual tiene la función de servirse para tener a la otra persona ahí, sin que se aburra?

¿Qué le pasa a nuestro mecanismo interior cuando estas cosas le suceden una vez y otra, y otra, y después, y más tarde de después?

Hay personas que cada vez que mueren un poco más por dentro, lloran con lágrimas, después lloran sin lágrimas. Pero un día, sin más, dejan de llorar y se convierten en uno más, cometiendo los mismos errores que han cometido con ellos. Al fin y al cabo, se podría decir que abandonan su cojín de pinchos para sentarse en el de un sillón vibrador relajante, de esos que hay en los centros comerciales

viernes, 16 de octubre de 2009

INANICIÓN MENTAL


ADVERTENCIA: “esta es una entrada larga, en caso de duda consulte a su farmacéutico; en serio, es una entrada larga. No os pido que critiquéis la extensión. Lo que escribo lo escribo sobre todo para mí. Así que si no os interesa, pues no hace falta que la leáis”.


Mi piel quiere dejar de ser piel, olvidarse de estrógenos y testosterona, células muertas, dejar de sentir esos dos besos de cortesía, quiere ser invisible, hacerse reversible, envenenar a todo aquel que quiera dañarla.

Mi cuerpo quiere dejar de ser cuerpo, convertirse en algún ser mágico, alejado de lo vanidoso, de lo ordinario, quiere salir a la calle desnudo sin que lo miren, pasar desapercibido aunque vaya de rosa fucsia, ser todo y nada, correr, andar, expresar, sentir un aliento en la nuca acompañado de una mano que se extiende desde mi espalda hasta mi vientre, quiere desprenderse de la piel, esparcir sus cachos por el firmamento al igual que el resultado de una bala que entra por la boca y sale acompañada de los sesos, con la misma fuerza, para estar en todos sitios. Mi cuerpo quiere dejar de sentir comentarios estúpidos.

Es curiosa la inanición, cómo saca de nosotros lo más animal, lo puro, la creatividad, el espíritu crítico, lo sarcástico, lo irónico, lo perverso, lo necesario, lo prioritario.

Intento huir de lo vanidoso, de lo cotidiano, de lo monótono. Me hace sentir inútil, sin fuerzas. Tengo una fuente de energía dentro de mí increíble, tanto, que a veces me da un espasmo eléctrico y los que están a mi alrededor preguntan: ¿qué ha sido eso? Pues bien, estas cosas derriban mi energía con un mínimo soplo, alejando mi integridad, mis ganas de ser, de estar, convirtiéndose todo en un estado de inanición mental, consumiendo cada ápice de mi cerebro, friendo mis sesos, matando mis alicientes. Así mis párpados se caen y mi boca se abre, mis oídos se vuelven sordos o asienten a cada palabra que oyen. Todo se vuelven espasmos de soledad, y mi burbuja transparente de cristal se desprotege, y me convierto entonces en una suculenta presa para esos que llevan gafas de sol, esos vampiros energéticos que me chupan toda la energía. Y después sólo queda mi alter ego, mi parte anulada.

Hoy les muestro la parte frontal de mi largo dedo corazón a todos aquellos que intentaron que convirtiese mi vida en una profecía autocumplida que tanto ansiaban. Hoy inspiro profundo expirando aliviadamente todo lo pasado.

Hoy muestro mi cara trasera, la misma por la cual deshecho todo lo que mi cuerpo no necesita a todos aquellos que no sólo no creyeron en mí sino que intentaron echar abajo a ese yo que representa sus propias y más profundas frustraciones, las mismas que algunos de ellos siguen vertiendo en sus propios hijos.

Hoy escuché una canción que decía: “Las personas son como las polillas, buscan la luz para acabar girando alrededor de una bombilla”; siempre he buscado la luz, pero nunca me he quedado girando alrededor de la bombilla.

Hoy doy las gracias desde esta entrada a todos aquellos que me han hecho sentir la inanición mental, aún con el hedor, aún con su aura. Sí, les doy las gracias porque involuntariamente me han hecho pasar a otro estado, a un universo en que lo cotidiano sólo es una opción, un mundo en el que yo elijo mi propia realidad.

Y aquí me encuentro, en una habitación a oscuras escuchando la banda sonora de mi vida- “Morning Passages”, de Philip Glass; fragmentos de películas que me acompañarán a la tumba; el recuerdo de aquellos que llenan o han llenado cada parte de mi memoria-.

Aquí, entre un montón de platos sucios y un frío tremendo que cala todo mi cuerpo y amenaza con congelarlo. Pues bien, lo congelará todo excepto mi alma que, más viva que nunca, no deja que la diseccionen y le den dosis de conformismo o de ese glamour de la vida que tanto predomina hoy en día. Mi alma es atemporal, vive en el último piso de la última vivienda de la última ciudad de la última montaña más alta dónde sólo hay oxígeno para aquellos que mi ecosistema les permite llegar, un ecosistema que decide quién es alérgico y quién no, quien tiene que morir, quién tiene que vivir, el que tiene que quedarse en el olvido o el que se merece vivir en ella. Mi alma alquila, vende y regala, pero no se alquila ni se vende, ni tampoco se regala. Mi alma tiene vida propia y ha decidido ser invisible para que nadie pueda tocarla, verla o robarla; si algún día tengo una hija, quiero que se llame Alma, porque lejos de que el nombre sea bonito o feo, es lo único que tengo: mi alma.

Siento que vivo, sujetadme para que cuando me soltéis el impulso sea tan grande que de mi espalda broten unas alas hermosas, exhalando un intenso olor a humanidad; siento que mi piel transpira ahora mismo, que un calor va y otro viene. Siento que mi cuerpo es más inteligente que mi cerebro anulado a veces, que soy útil, que tengo algo que aportar.

No me importa morir mañana, en el 2035 o dentro de 150 años, pero sí quiero dejar de existir el día que deje de sentir.

Desde aquí, desde Campobasso, en algún lugar perdido de Italia, lo máximo que doy a aquellos que me han subestimado es mi espalda, pero doy mi alma a todos aquellos que saben ver más allá de mi piel o ese lunar del cuello -estoy tocando ahora mismo las teclas lentamente, escuchando una melodía de piano, y mis dedos sienten el tacto y mis ojos se cierran queriendo morir en un aullido de placer que se ahoga hacia dentro, no puede salir, pero mi piel lo expulsa creando en este instante una magia a mi alrededor que es mía y sólo mía, que nadie me puede arrebatar, porque no es material, es increíble-

“Amor de Don Perlimplín con Belisa en su Jardín”, de Federico García Lorca:

-PERLIMPLÍN. Sí... ¡las uvas!, las uvas, pero ¿y yo?... Me parece que han transcurrido cien años. Antes no podía pensar en las cosas extraordinarias que tiene el mundo... Me quedaba en las puertas... En cambio
ahora... El amor de Belisa me ha dado un tesoro precioso que yo ignoraba... ¿Ves? Ahora cierro los ojos
y... veo lo que quiero... por ejemplo... a mi madre cuando la visitaron las hadas de los contornos... ¡Oh!...¿tú sabes cómo son las hadas?... pequeñitas... ¡es admirable! ¡pueden bailar sobre mi dedo meñique!


“THE HOURS” (LAS HORAS), una película dirigida por Stephen Daldry –Richard, un personaje representado magníficamente por Ed Harris argumenta lo siguiente:
-RICHARD. But I still have to face the hours. I mean, the hours after the party, and the hours after that (Traducción: pero aún tengo que afrontar las horas. Quiero decir, las horas después de la fiesta, y las horas de después)
No quiero afrontar las horas de una fiesta vana, ni las horas de después, sino aquellas en las que mi energía fluye, se transforma y la transporto; he descubierto que en esta vida se saca provecho hasta de lo más vanidoso.

Un abrazo a todos de este eterno amante de lo absurdo y las pequeñas cosas.