¿Qué somos?

domingo, 28 de octubre de 2012

Un alma subversiva

Y aquí… en mitad de nada. ¿Cómo se siente uno en mitad de nada? Ni uno mismo lo sabe. Han sido muchos desiertos y bosques atravesados, y lo circular y lo rectangular han marcado mi vida, siendo mi mente y experiencias como unos cuantos de esos garabatos de los cuadros de pintores contemporáneos. ¿Cómo encaja lo contemporáneo en una esfera cuadrada? O mejor dicho, ¿cómo puede ser cuadrado un planeta circular? La verdad es que no he tenido demasiado tiempo en la vida para la metafísica, porque siempre me he dedicado a solucionar problemas. Tanto, que no he podido construir mi casa desde los cimientos, sino que, por el contrario, me vi obligado a comprarme una vieja, llena de grietas, y desde entonces me he dedicado a tapar grietas. Pero a veces las grietas tapadas se me vuelven a abrir y dejan ver una estructura desnuda, con una cosita al fondo llamada alma, pequeñita pero intensa, que es lo único que tengo.

Ayer viví un momento un tanto inverosímil, pero que me hizo reflexionar acerca de toda mi existencia, de esa cosita pequeñita que se ve al fondo de mi vieja casa llena de grietas. Y es que nunca pensé que una frase dicha por Robert Redford sería el disparo que me atravesaría los sesos: “eres demasiado intensa”, dijo; y en seguida mi cerebro empezó a funcionar a pasos agigantados, a pesar de ser de madrugada. Y entonces me vi reflejado en esa frase odiosa o maravillosa. Todo dependía de cómo quisiese tomar dicha frase en ese justo momento. Era imprescindible, más que imprescindible reflexionar sobre esa dichosa frase…

Y en seguida vi con claridad que el personaje de Barbara Streisand en esa película -“Tal como Éramos” (The way we were)- era mi versión femenina. Tuve una revelación.
Es decir, a través de una película pude comprobar qué es lo que hay “mal” en mí, qué es lo que hace que cada vez que conozco a una persona, todo se vaya a la mierda y pierdan el interés por mí a los dos días de conocerme. Me di cuenta de que sí, soy demasiado intenso, de que no me relajo porque doy prioridad excesivamente a sucesos y cosas a las que otras personas se toman más a la ligera; también, de que no intento ser como los demás y no entro en conversaciones en las que se valora a las personas por lo que tienen o por lo que son, o a las cosas por el valor monetario que tienen.

No sé si hay algo mal en mí o no, pero si me fuerzo a cambiar eso, ¿seguiría siendo yo? Es decir, lo que me hace sentir especial es esa intensidad que pongo en las cosas que me preocupan y que me ocupan, pero si dejo de ser intenso, ya no me sentiría especial y, sin embargo, sí que me sentiría solo. Así que mi conclusión de la reflexión a partir de la dichosa frase de la citada película vendría a ser algo así: “La intensidad de mis pensamientos, sentimientos y acciones es lo que me hace sentir especial y sentir que mi alma está habitada, así que prefiero un alma habitada y no una vida habitada por personas que me roben un alma intensa o no sean capaces de verla”.

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