¿Qué somos?

miércoles, 22 de julio de 2009

A VECES


A veces me siento como esos inmigrantes que venden cd’s por las calles, los mismos a los que nadie mira a los ojos, ya sea por la razón que sea, pero son ignorados, parece que son invisibles. Nadie los mira a la cara y les dice: no, no quiero.
Me encanta mirar a los ojos de la gente, jugar con sus miradas y hacer que se sientan intimidados; pero cuando miro a los ojos de los inmigrantes a los que he nombrado, a veces tengo que apartar mi propia vista porque me veo reflejado en sus ojos. Veo fragilidad, unas personitas que se pueden romper en cualquier momento, siempre llenos de la incertidumbre del mañana, de un miedo al retorno. Pero en realidad no hay nada de fragilidad, porque nadie sabe bien por lo que han pasado para llegar a estar ahí, mojándose en esos días de lluvia en los que tú vas corriendo por la calle porque llueve y ellos intentan venderte un paraguas. Eso es luchar, el no importarte cuánto pueda costarte algo o cuánto tengas que mojarte, el estar ahí hasta en los días de lluvia. Hay tanta poesía, tanto movimiento a cámara lenta y tanta boca rota. Algunos lo llamarían supervivencia, pero cuando luchas no tienes tiempo para pensar en la supervivencia, simplemente visualizas lo que quieres, aunque nadie más lo vea excepto tú.
A veces, cuando aparece algo nuevo en mi vida lo rechazo o lo destruyo, porque pienso que es demasiado bonito como para que me pase a mí, y después llega otra cosa que es fea y me acojo a ella con desesperación- ¿por qué somos tan complicados?
Pero a veces, voy por la calle y veo una baldosa rota. Al siguiente día paso por allí y busco esa baldosa que me gusta, o saludo a la misma dependienta de una tienda de camino a la universidad, o ayudo a que alguien se sienta bien diciéndole algo que me sale de dentro. Y por eso pienso que merece la pena vivir, porque si apreciamos una baldosa rota, podemos apreciar una acera entera, porque si ayudamos a alguien a sentirse mejor, ese alguien ayudará a otro alguien, y eso es para mí el verdadero sentido de la vida.
Todos somos inmigrantes, porque a veces los ignoramos o los despreciamos, pero lo que en realidad estamos haciendo es esconder una parte de nosotros que no nos gusta o rechazar aquello de lo que no nos creemos capaces, y así nos hacemos frágiles, nos llena la incertidumbre del mañana y nuestra mirada se acompaña de una boca rota, alejándonos de nosotros, de nuestro territorio interior, haciéndonos por lo tanto: INMIGRANTES

martes, 21 de julio de 2009

PRINCESAS


Ésta es la historia de dos mujeres, de dos putas, de dos princesas. Una de ellas se llama Caye, tiene casi treinta años, el flequillo de peluquería y un atractivo discutible, de barrio. Zulema es una princesa desterrada, dulce y oscura, que vive a diario el exilio forzoso de la desesperación. Cuando se conocen están en lugares diferentes, casi enfrentados: son muchas las chicas aquí que ven con recelo la llegada de inmigrantes a la prostitución. Caye y Zulema no tardarán en comprender que, aunque a cierta distancia, las dos caminan por la misma cuerda floja. De su complicidad nace esta historia.



Ambiente: una cafetería en la que abunda el silencio y en la que las pausas son más que importantes para resaltar la riqueza del texto –o eso creo-.
CAYE- ¿Te da Nostalgia?
ZULEMA- ¿Qué?
CAYE- Todo. La comida…
ZULEMA- Un poco
CAYE- Es rara, ¿no? -la nostalgia-, porque tener nostalgia en sí no es malo. Eso es que te han pasado cosas buenas y las echas de menos. Yo, por ejemplo, no tengo nostalgia de nada, porque nunca me ha pasado nada tan bueno como para echarlo de menos. Eso sí que es una putada. ¿Se podrá tener nostalgia de algo que aún no te ha pasado?- porque a mí a veces me pasa-, me pasa que me imagino cómo van a ser las cosas- los chicos, por ejemplo, o con la vida en general-, y luego me da pena cuando me acuerdo de lo bonitas que iban a ser –porque iban a ser preciosas, en serio, preciosas, y luego cuando lo pienso me da nostalgia, porque iban a ser tan bonitas-, cuando me doy cuenta de que aún no han pasado y que a lo mejor no pasan nunca. Me pongo supertriste, supertriste tía.


Ambiente: una cafetería en algún sitio de Madrid. Todo está muy silencioso- creo que para resaltar la importancia de la conversación y un toque algo desconsolado-.
Una interpretación que se sale, de la mano de estas pedazo de actrices- Candela Peña (Caye) y Micaela Nevárez (Zulema)
CAYE -¿Sabías que el mar aquí es muy importante, donde más?
ZULEMA -¿El mar aquí?
CAYE –Por eso. Es donde más se piensa en él; las cosas no son importantes porque existen. Son importantes si se piensa en ellas. Como tu hijo, que no está pero piensas en él cada día. ¿A que sí? Por eso existe, porque piensas en él.
CAYE- Mi madre lo dice siempre: que existimos porque alguien piensa en nosotros y no al revés. Dice que lo dijo no sé quién, pero yo creo que se lo inventa ella. Se lo inventa todo según le convenga.
CAYE- Yo en realidad no creo mucho en Dios, ni soy muy muy religiosa ni nada. Mi madre sí lo es. Yo no. Lo único-si he pensado, ¿no?- y creo que, bueno, que lo peor no…no sería que no hubiera nada después de la muerte. Lo peor sería que hubiera otra vida que fuera como ésta.


Ambiente: el texto acompaña a diferentes imágenes. Voz: CAYE (Candela Peña)
Hay un día -ya verás-, un día que es la hostia. Éste día todo es bueno. Ves a la gente que quieres ver, comes la comida que más te gusta, y todo lo que te pasa ese día es lo que tú quieres que te pase. Si pones la radio, la música que se oye es tu canción favorita, y si vas a la tele ese día, por ejemplo, a un concurso, lo ganas todo –el dinero, los viajes-, todo -fíjate lo que te digo: todo-. Pasa sólo una vez en la vida. Por eso hay que estar muy atenta, no sea que se te pase. Es como un desvío, como cuando vas por la carretera y hay un desvío hacia otro sitio, pero a lo mejor vas hablando con el móvil o estás discutiendo o pensando en lo que sea y se te pasa, y te jodiste porque ya no puedes volver atrás. Pues ese día es lo mismo: un desvío, y es muy importante, porque puedes elegir por dónde va a salir todo, si por ese camino que es nuevo o no. Por eso tenemos que estar muy atentas –Zule- muy atentas, porque hay muy pocas cosas buenas, y si encima se te pasan porque estás hablando con el móvil o pensando en otra cosa, sería una mierda, una mierda completa.