Y aquí… en mitad de
nada. ¿Cómo se siente uno en mitad de nada? Ni uno mismo lo sabe. Han sido
muchos desiertos y bosques atravesados, y lo circular y lo rectangular han
marcado mi vida, siendo mi mente y experiencias como unos cuantos de esos
garabatos de los cuadros de pintores contemporáneos. ¿Cómo encaja lo
contemporáneo en una esfera cuadrada? O mejor dicho, ¿cómo puede ser cuadrado
un planeta circular? La verdad es que no he tenido demasiado tiempo en la vida
para la metafísica, porque siempre me he dedicado a solucionar problemas. Tanto,
que no he podido construir mi casa desde los cimientos, sino que, por el
contrario, me vi obligado a comprarme una vieja, llena de grietas, y desde
entonces me he dedicado a tapar grietas. Pero a veces las grietas tapadas se me
vuelven a abrir y dejan ver una estructura desnuda, con una cosita al fondo
llamada alma, pequeñita pero intensa, que es lo único que tengo.
Ayer viví un momento un
tanto inverosímil, pero que me hizo reflexionar acerca de toda mi existencia,
de esa cosita pequeñita que se ve al fondo de mi vieja casa llena de grietas. Y
es que nunca pensé que una frase dicha por Robert Redford sería el disparo que
me atravesaría los sesos: “eres demasiado intensa”, dijo; y en seguida mi
cerebro empezó a funcionar a pasos agigantados, a pesar de ser de madrugada. Y
entonces me vi reflejado en esa frase odiosa o maravillosa. Todo dependía de
cómo quisiese tomar dicha frase en ese justo momento. Era imprescindible, más
que imprescindible reflexionar sobre esa dichosa frase…
Y en seguida vi con
claridad que el personaje de Barbara Streisand en esa película -“Tal como
Éramos” (The way we were)- era mi versión femenina. Tuve una revelación.
Es decir, a través de
una película pude comprobar qué es lo que hay “mal” en mí, qué es lo que hace
que cada vez que conozco a una persona, todo se vaya a la mierda y pierdan el
interés por mí a los dos días de conocerme. Me di cuenta de que sí, soy
demasiado intenso, de que no me relajo porque doy prioridad excesivamente a
sucesos y cosas a las que otras personas se toman más a la ligera; también, de
que no intento ser como los demás y no entro en conversaciones en las que se
valora a las personas por lo que tienen o por lo que son, o a las cosas por el
valor monetario que tienen.
No sé si hay algo mal
en mí o no, pero si me fuerzo a cambiar eso, ¿seguiría siendo yo? Es decir, lo
que me hace sentir especial es esa intensidad que pongo en las cosas que me
preocupan y que me ocupan, pero si dejo de ser intenso, ya no me sentiría
especial y, sin embargo, sí que me sentiría solo. Así que mi conclusión de la
reflexión a partir de la dichosa frase de la citada película vendría a ser algo
así: “La intensidad de mis pensamientos, sentimientos y acciones es lo que me
hace sentir especial y sentir que mi alma está habitada, así que prefiero un
alma habitada y no una vida habitada por personas que me roben un alma intensa
o no sean capaces de verla”.