A veces me siento como esos inmigrantes que venden cd’s por las calles, los mismos a los que nadie mira a los ojos, ya sea por la razón que sea, pero son ignorados, parece que son invisibles. Nadie los mira a la cara y les dice: no, no quiero.
Me encanta mirar a los ojos de la gente, jugar con sus miradas y hacer que se sientan intimidados; pero cuando miro a los ojos de los inmigrantes a los que he nombrado, a veces tengo que apartar mi propia vista porque me veo reflejado en sus ojos. Veo fragilidad, unas personitas que se pueden romper en cualquier momento, siempre llenos de la incertidumbre del mañana, de un miedo al retorno. Pero en realidad no hay nada de fragilidad, porque nadie sabe bien por lo que han pasado para llegar a estar ahí, mojándose en esos días de lluvia en los que tú vas corriendo por la calle porque llueve y ellos intentan venderte un paraguas. Eso es luchar, el no importarte cuánto pueda costarte algo o cuánto tengas que mojarte, el estar ahí hasta en los días de lluvia. Hay tanta poesía, tanto movimiento a cámara lenta y tanta boca rota. Algunos lo llamarían supervivencia, pero cuando luchas no tienes tiempo para pensar en la supervivencia, simplemente visualizas lo que quieres, aunque nadie más lo vea excepto tú.
A veces, cuando aparece algo nuevo en mi vida lo rechazo o lo destruyo, porque pienso que es demasiado bonito como para que me pase a mí, y después llega otra cosa que es fea y me acojo a ella con desesperación- ¿por qué somos tan complicados?
Pero a veces, voy por la calle y veo una baldosa rota. Al siguiente día paso por allí y busco esa baldosa que me gusta, o saludo a la misma dependienta de una tienda de camino a la universidad, o ayudo a que alguien se sienta bien diciéndole algo que me sale de dentro. Y por eso pienso que merece la pena vivir, porque si apreciamos una baldosa rota, podemos apreciar una acera entera, porque si ayudamos a alguien a sentirse mejor, ese alguien ayudará a otro alguien, y eso es para mí el verdadero sentido de la vida.
Todos somos inmigrantes, porque a veces los ignoramos o los despreciamos, pero lo que en realidad estamos haciendo es esconder una parte de nosotros que no nos gusta o rechazar aquello de lo que no nos creemos capaces, y así nos hacemos frágiles, nos llena la incertidumbre del mañana y nuestra mirada se acompaña de una boca rota, alejándonos de nosotros, de nuestro territorio interior, haciéndonos por lo tanto: INMIGRANTES
1 comentario:
a veces huimos de todo y nos quedamos con la nada, hasta podemos sentir que dentro de nosotros no hay nada, pero otras veces sucede algo que no tenias previsto, que nunca habias pensado y es que a veces la casualidad nos da todo aquello que nunca hubieramos pedido y sin embargo esas veces son las veces donde nos sentimos de alguna parte.
...tus ojos expresan demasiado para mí, siempre puedo perderme en ellos hasta que encuentro tu aroma.
un beso
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