¿Qué somos?

domingo, 21 de noviembre de 2010

DE LO IMPERSONAL A LO PERSONAL


Bueno (tono de suspiro) pues ya tengo un cuarto de siglo y muchas cosas han pasado de lo que yo llamo impersonal a lo personal. Quizá previamente convendría que diese unas pequeñas acotaciones de lo que para mí significa personal e impersonal. Pues bien, he decidido escribir sobre todo debido a la conciencia que últimamente me azota acerca de este mundo tan globalizado en el que andamos, en el que estamos perdiendo la identidad, no sabiendo de dónde venimos y, por lo tanto, dificultando la tarea de saber hacia dónde vamos, con unos planes de estudio demasiado globalizados, con maneras de sentir que no son personales, convirtiéndolo todo en decoroso en lugar de personal y útil

En fin, desde mi experiencia, lo impersonal para mí ha sido todo aquello que he observado sin ser consciente de ello, es decir, todo aquello que he visto, escuchado, pensado o hablado sin ni siquiera haberlo comprobado, guiándome por los pensamientos de otros, por sus palabras o experiencias, por sus maneras de sentir; por el contrario, lo personal ha sido aquello que he experimentado con mayor o menor fortuna, aquello que me ha moldeado y me sigue moldeando, lo que siento, pienso y no siempre digo cuando toco, escucho o hablo, ayudándome a tener una iniciativa propia, a decidir por mí mismo.

En el camino se han quedado obsoletos pensamientos, ideas, emociones y concepciones, algunos más destructivos que otros, y por ello me alegro, pero también he dejado atrás parte de esa esencia tan bonita que yo tenía. Ahora tengo otra serie de cosas que tampoco cambiaría - porque cada edad te ofrece una cosa que tenemos que aprovechar-, como la capacidad para afrontar ciertas cosas, y cierto bagaje a la hora de enfrentarme a situaciones, personas y decisiones. He perdido mucha inocencia y confianza en torno a asuntos varios, pero he ganado muchas herramientas de las cuales me estoy sirviendo y que seguro me servirán para más adelante, he aprendido a regular mis emociones, a conocerme a mí mismo, a saber cuándo es el momento y cuándo no.

En fin, podría seguir, pero he escrito esta entrada para hablar de lo personal y lo impersonal. Y es que impersonal era actuar como si el mundo me debiera algo, pero lo personal derivó a hacerme ver que el mundo gira a su antojo y soy yo el que tiene que adaptarse; asimismo lo impersonal fue construir castillos en el aire hasta hoy día, pero lo personal me demuestra que todo castillo se cae y tienes que aprender a construir tu propio castillo a partir del que estaba en el aire; impersonal era creer que todo el mundo tenía la misma ilusión que yo ante algo, pero lo personal me demuestra día a día que el compromiso es algo muy difícil y que no todo el mundo tiene el mismo nivel de compromiso; impersonal era para mí vivir de manera pasiva, pensando que las cosas se iban a solucionar sin que yo hiciese nada, pero lo personal me hizo ver que si no hago nada, las cosas no se solucionan solas; impersonal era pensar que mi padre viviría toda la vida, y sin embargo, lo personal me hizo consciente de que un cáncer de páncreas no es un resfriado; impersonal fue pensar que si entraba en la universidad sería para estudiar lo que tantos años había deseado, pero lo personal me hizo ver que la universidad es otra herramienta elitista en la que te programan para ser como ellos quieren que seas. Estaba equivocado, pero eso me hizo, a la misma vez, descubrir mi vocación de docente, siendo consciente de que debo deconstruir a partir de lo que intentan que construyas, para construir de una manera inteligente y adaptada a determinados contextos; igual de impersonal fue pensar que el teatro sólo me serviría para actuar y pasármelo bien, pero lo personal me dio en la cara sorprendentemente, ya que no conté con el hecho de que me ayudaría a aprender tantas cosas de mí mismo y que, a día de hoy, sería una de las herramientas más poderosas que poseo, ya que me ha ayudado a tener, desarrollar o mejorar muchísimos aspectos, como la creatividad, o a desarrollar distintos tipos de inteligencia que no sabía ni que existían; poner barreras a personas que tenían otros gustos diferentes a los míos fue algo impersonal. Ver que hay personas maravillosas que me hacen vibrar y revivir y, sin embargo, tienen gustos diferentes a los míos, fue lo personal; ¿y pensar en un mundo justo? Eso sí que era increíble, o sea, impersonal, el pensar que las personas somos recompensadas en concordancia con el esfuerzo que empeñamos. Aquí lo personal me dio en to los morros, ya que como dice un personaje de una obra maestra de las series televisivas, A Dos Metros Bajo Tierra: - bueno, sé que si piensas que la vida es una máquina expendedora en la que metes virtud y sacas felicidad, probablemente te llevarás una gran decepción- ; algo muy impersonal fue mi primera relación en el terreno amoroso, en la que yo tenía un concepto demasiado social del amor. Y es que nos dicen: el amor es esto, el amor es lo otro. Con el paso del tiempo comprendí que el amor es sentirte bien y hacer sentirse bien a otros, observar, escuchar, estar ahí que es agridulce, pero, ¿qué no es agridulce en esta vida? Aprendí que el amor no tiene nombre de perfume o de rosas rojas, sino que se llama Personal y que a cada persona se le manifiesta de manera diferente. Para mí el amor no está preconcebido ni prepactado, sino que el tiempo es el que te lo hace descubrir el ver, el escuchar, el tocar, el mirar es una acción-reacción.

Hay tantas cosas que han pasado a lo personal como otras que a veces caen en lo impersonal, pero es que vivimos con tanta prisa, tanto miedo y con tantas cuerdas y peso, que a veces nos convertimos en impersonales, y es por ello que necesito momentos como éste en el que estoy escribiendo para reflexionar acerca de mi persona, para no convertirme en un ser impersonal.

Hay una cosa que siempre ha sido personal en mí: demostrarle a todo el mundo que se equivoca conmigo, que no estoy sujeto a ninguna etiqueta, que soy capaz, que tengo muchas facetas. Y parece que hasta ahora lo he conseguido y eso me hace ser personal.